martes, 24 de noviembre de 2015

Visitando la Universidad Complutense de Madrid

El pasado jueves, día 12 de Noviembre del 2015, los alumnos de los Salesianos de Atocha fuimos, junto con nuestro profesor de biología y CMT, Luis Heras, a la Universidad Complutense de Madrid.


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El grupo que fuimos a la visita, aunque se echa en falta al profesor.


Allí, tras algunas sesiones de fotos, la vicedecana de la universidad, Carmen Callejas, nos dió la bienvenida presentándonos la guía por la universidad con una charla sobre el número de profesores y estudiantes actuales, los departamentos que disponen, los programas de intercambios con otras universidades que ofrecen (tanto a nivel nacional como internacional), etc.
Al acabar la charla, nos señaló una enorme fila de paneles yuxtapuestos entre sí, empapelados por ambas caras del panel con carteles, unas en español y otras en inglés, sobre los distintos grados que ofrecía la universidad, investigaciones y demás. Y como no podía ser de otra manera, las eché una foto a casi todas ellas (eran demasiados carteles para fotografiarlas todas en una mañana).

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Algunos de los carteles expuestos en la entrada de la universidad...


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...Ciertamente, los carteles eran muy interesantes.


Nuestra primera parada fué la planta de biología celular (con ese nombre, no hace falta explicar qué estudian en ese departamento) donde nos encontramos en un pequeño laboratorio lleno de tubos, medidores, microscopios, incubadoras… Verdaderamente impresionante. En la sala en cuestión se estudiaba los tejidos cerebrales de los Xenopus (los anfibios) para obtener datos evolutivos sobre el sistema nervioso, que guardan una gran semejanza con las estructuras nerviosas humanas. Pero claro, para poder estudiar dichos tejidos primero hay que obtener buenas muestras, algo que es un poco delicado de llevar a cabo. Para observar los tejidos nerviosos al microscopio se necesita dos cosas: un buen microscopio y una muestra de unas pocas micras. Esto último lo obtenían con una cortadora muy precisa llamado microtomo. La muestra no podía tener ni poco grosor (con la luz no se vería) ni mucho grosor (la luz no conseguía traspasar la muestra), una tarea muy difícil para los que van mal de pulso, y para los que tienen un gran pulso también.


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A la izquierda, foto de un lado del laboratorio repleto de armarios, tubos de ensayo, una mochila… A la derecha, el microscopio donde se estudian las muestras de tejido nervioso.


A continuación, fuimos a la sala donde crían a los anfibios para fines experimentales y de investigación. No hay mucho que contar de esta sala, sólo… Que estaba hasta arriba de cajas de plástico lleva de ranas, tritones y larvas (y mucha comida para peces y anfibios).


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Cajas y cajas llenas de ranas, tritones y larvas… Simplemente, genial.


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Tras la sala llena de xenopus, fuimos a ver cómo preparaban las muestras para el microscopio, con la ayuda de un microtomo, agua caliente, un tipo de cera y las placas de cristal.


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Todo el grupo rodeando a la científica, que estaba preparando las muestras (hasta que llegamos nosotros). De regalo, el maravilloso destello de luz en la esquina de la foto.


Tras dejar trabajar tranquilamente a la investigadora, fuimos a otro laboratorio (con más personas inocentes trabajando en sus investigaciones) para que nos explicaran algo más acerca del sistema inmunológico, las células que lo componen y alguna enfermedades autoinmunes. Como extra, nos enseñó cómo estaba un hombre en su cultivo de microorganismos matutino.
En la sala de proyecciones, nos mostró dos muestras: una de tejido epitelial procedente de las paredes del intestino delgado de un ratón y la otra de un conjunto de células gliales. Con la esperanza de presenciar un proceso de mitosis de alguna célula, nos pasamos 10 minutos buscándola, pero no hubo suerte… Bueno, al menos nos llevamos una muestra de intestino y una marcapáginas (¡guay!).
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Buscando alguna célula en proceso de mitosis, pero parece que ese día estaban tímidas.

Con esto nos aventuramos a nuestra segunda parada, el departamento de genética.
Dentro de una sala oscura y llena de aparatos y ordenadores, nos enseñaron cómo separaban distintos fragmentos de ADN con la técnica de la electroforesis, que, con la ayuda de una lámpara de luz ultravioleta, se podía ver la secuencia y el fenotipo que mostrará en algún futuro el individuo.


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Esto se merece una foto para el Facebook.


Y tras casi dos horas andando por todo el departamento de biología celular y la mitad del departamento de genética, nos proponen una práctica. Reproducir clones de una misma planta de violeta africana (Saintpaulia sp ) a partir de unos cuantos fragmentos de un hoja en una placa de petri con agar nutritivo en el fondo. Suena muy interesante y sencillo, pero había un problema. El agar nutritivo es un excelente medio para la proliferación de bacterias y otros organismos, por lo que era relativamente fácil que en vez de obtener un clon de la violeta africana obtuvieras una variada colonia de bacterias arruinando el experimento, por lo que toda precaución era poca: mesa de cultivo con sistema de aireación, utensilios desinfectados, alcohol para las manos y mantener la boca cerrada (algo que no podíamos evitar hacer).


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Estas son las caras de concentración que se pone al cortar una hoja (excepto una, que estaba super feliz con el bisturí en una mano y las pinzas en la otra).

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